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Siguiendo el hilo de nuestro #TemporadaDeRecetas, para el mes de julio he escogido la zanahoria como protagonista. Se trata de una de las hortalizas que más solemos consumir en nuestras casas pero, ¿lo sabemos todo de ella?
Quédate en este post para conocer todos los detalles de esta hortaliza tan colorida.
Las zanahorias han sido consumidas por las ciudades del Mediterráneo desde hace muchos años, y su origen se ubica por esta zona. A lo largo del tiempo, su consumo se ha ido extendiendo por todo el mundo para que podamos consumirlas donde nosotros queramos.
La mejor temporada de la zanahoria es a finales de la primavera o comienzos del verano, pero podemos encontrar esta hortaliza durante todo el año, dependiendo de las variedades de las que hablemos.
Existen múltiples variedades de zanahoria, pero las más comunes son las siguientes:
El componente mayoritario de las zanahorias es el agua, en torno al 85% de su totalidad. Esto las hace perfectas para las dietas hipocalóricas porque tienen en torno a 32 kcal. También pueden considerarse diuréticas por la cantidad de agua de su composición.
Destaca su contenido en carotenos, los encargados de darle el color naranja tan característico a las zanahorias. Dentro de este grupo, podemos destacar también el contenido en vitamina A, que ayuda al buen funcionamiento de la vista y a activar el broceado del cuerpo. Destaca también la vitamina E y las vitaminas del complejo B.
Si nos referimos a minerales, podemos destacar el potasio, que ayuda al correcta funcionamiento muscular (transmisión del impulso nervioso). Además, gracias al contenido en potasio, las zanahorias se convierten en hortalizas perfectas para personas con hipertensión.
Además, las zanahorias son una hortaliza rica en fibra, la cual nos ayudará al correcto funcionamiento intestinal, previniendo el estreñimiento y mantendrá unos niveles óptimos la glucosa en sangre.
Las propiedades que se le atribuyen a las zanahorias, que parecen casi milagrosas, carecen de sentido si no lo acompañamos con una alimentación basada en vegetales, fomentamos el consumo de agua y practicamos ejercicio físico diario.
Se trata de una de las frases por excelencia que escuchamos en el verano: «come zanahoria que te pongas moreno«. ¿Es cierto que comiendo gran cantidad de zanahoria nuestra piel se torna más morena? Sí y no. Todo tiene sus matices.
Cuando el color de nuestra piel cambia por el consumo de zanahoria es debido al exceso de carotenos que estamos ingiriendo. Un exceso de estos se le conoce como carotenemia. Se da cuando tomamos en exceso, no sólo zanahoria, si no también frutas y verduras ricas en este mineral (calabaza, cerezas..).
Cuando esto sucede, nuestra piel no se torna a un bronceado perfecto digno de las mejores fotografías de instagram, si no que su color tiende a ser más anaranjado. La diferencia de color se da particularmente en las plantas de los pies y las manos. No se trata del bronceado perfecto, es un color naranja, y eso no queda bien.
Un exceso de vitaminas (hipervitaminosis) no es saludable, por lo tanto, el consumo de carotenos debe estar controlado, llevando una dieta rica en vegetales, los niveles de estos son los adecuados.
Si te has dado cuenta que tienes la piel de color naranja por el consumo de estas hortalizas, no debe cundir el pánico. La piel vuelve a su color habitual cuando estamos una temporada sin tomar este tipo de verduras y hortalizas.
Otra de las propiedades casi milagrosas que se les atribuye a las zanahorias y a la vitamina A es la mejora de la vista si hacemos un consumo elevado de estas. Esto no es del todo cierto.
Hay evidencia científica que demuestra que la vitamina A puede ayudar a la visión y es esencial para esta, pero el consumo de zanahoria no nos va a quitar las gafas a los miopes.
El mito viene de la Segunda Guerra Mundial, cuando los ingleses extendieron el mito de que sus guerreros tenían una visión extraordinaria por las zanahorias que cenaban por la noche. También puede ser que el mito de que mejora la vista venga porque unos niveles bajos de vitamina A puede causar ceguera (en el peor de los casos), pero si tenemos unos buenos niveles de esta vitamina, no vamos a ver mejor.
Las zanahorias son una hortaliza que debemos conservar en la nevera, en la parte baja de la misma. Si se trata de zanahorias frescas, en la nevera pueden aguantar fácilmente un par de semanas o tres.
También las podemos congelar, pero es conveniente quitarles el tallo, rasparlas y limpiarlas bien antes de hacerlo. También se aconseja hervirlas y escaldarlas durante unos minutos en agua fría antes de introducirlas en el congelador.
Si estás al tanto de las redes sociales, para el mes de julio, la receta estrella han sido unas albóndigas de zanahoria y sésamo deliciosas. Os animo a probarlas porque son un plato fácil de hacer y a los peques de la casa (y no tan peques) se les hará la boca agua.
La receta que utilicé es de @SaposYPrincesas, pero hice unas modificaciones a mi gusto.
Los ingredientes que se utilizan para esta receta son los siguientes:
El proceso para hacer estas albóndigas es el siguiente:
Es una receta maravillosa y una oportunidad diferente para incluir las zanahorias en nuestros platos. Es fácil, creativa y además están deliciosas.
Os animo a participar en nuestro eBook de #TemporadaDeRecetas donde encontraremos un recurso muy bueno para nuestras cocinas. Aquí incluiré todas las recetas que me hacéis llegar a través de las redes sociales. ¡Así que poneos manos a la obra y a cocinar!
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