Sara Jiménez » Dietas para alergias e intolerancias
El tratamiento nutricional que debe llevar a cabo una persona con intolerancia a algún alimento es totalmente distinta a si padece una alergia.
Es importante tener presente al dietista-nutricionista para que valore cada situación y paute la mejor dieta para la alergia o la intolerancia alimentaria.
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Antes de nada, es importante saber que existe una gran diferencia entre alergia e intolerancia. No es lo mismo y en este punto quiero aclarártelo.
En una alergia alimentaria interviene el sistema inmunitario y puede afectar a cualquier parte del organismo, es decir, puede afectar al sistema respiratorio, al sistema ocular, a la piel… La persona que tiene alergia a algún alérgeno o sustancia no puede estar en contacto con este porque se desencadena esa respuesta inmune, haciendo presente los síntomas de la alergia. En el caso de la alimentación, la persona no puede comer o incluso tocar el alimento porque se desencadena la reacción.
Se puede presentar alergia a cualquier alimento. En este aspecto, cada persona es totalmente distinta.
En consulta, una de las alergias alimentarias más conocidas es la alergia a las LTPs, conocidas también por el nombre de proteínas transportadoras de lípidos (sus siglas vienen de lipid transfer protein en inglés). Se trata de un tipo de proteína que se encuentra en muchísimos alimentos de origen vegetal, como las frutas o verduras. El tratamiento nutricional en estos casos, junto con una buena educación nutricional, es clave para conseguir un correcto aporte de nutrientes mediante la comida. En muchas ocasiones, las personas diagnosticadas de este tipo de alergia se sienten perdidas por la innumerable lista de alimentos que no pueden tomar. Por ello, si tienes este tipo de problema de salud, ponte en contacto conmigo y te ayudaré a planificar de manera saludable tus comidas.
Por otro lado, una intolerancia alimentaria es totalmente distinta a una alergia. Las intolerancias afectan únicamente al sistema digestivo, provocando así gases, hinchazón, diarrea, estreñimiento, etc… En este caso, los síntomas aumentan dependiendo de la tolerancia de cada persona a dicha sustancia y aumentan a medida que aumenta la dosis, es decir, una persona intolerante a la lactosa puede perfectamente tolerar un vaso de leche, pero un vaso y medio no porque supera su umbral de tolerancia, provocándole síntomas desagradables.
Existen muchos tipos de intolerancias alimentarias, pero en este punto quiero hablarte de manera resumida de las más conocidas.
La intolerancia a la lactosa una de las más conocidas a nivel general.
La lactosa es un azúcar que está presente de manera natural en los lácteos. Cuando existe una intolerancia a la lactosa es debido a que no se absorbe de manera correcta en el intestino delgado. Esto es causado, en la gran mayoría de ocasiones, porque el organismo no genera (o genera de manera insuficiente) lactasa, una enzima que es la encargada de «cortar» la lactosa en azúcares más pequeños para que se pueda absorber mejor. La lactosa es un azúcar demasiado grande para ser absorbido tal cual, por ello, se necesita lactasa para hacerla más pequeña. Si no se absorbe de manera correcta, se pueden desencadenar síntomas típicos de la intolerancia, como diarreas, hinchazón, gases e incluso náuseas o vómitos.
Es importante conocer dónde está la lactosa o cómo poder identificarla porque no sólo está en los lácteos, si no en muchos productos industriales del supermercado; por ello, la ayuda de un dietista-nutricionista que ayude a planificar de manera saludable los menús, es clave.
La fructosa es un tipo de azúcar que se encuentra en muchos alimentos, entre ellos las frutas y algunas verduras. La intolerancia a la fructosa es un problema de salud en el cual el organismo no es capaz de absorber de manera correcta y eficiente este azúcar, apareciendo entonces los síntomas típicos de una intolerancia, como los gases, la hinchazón o la urgencia para acudir al baño.
En la actualidad, y gracias a los avances médicos, muchas personas son diagnosticadas de intolerancia a la fructosa. Sabiendo el diagnóstico, se puede llevar a cabo un tratamiento nutricional adecuando, cuando antes era muy complicado hacerlo por no saber exactamente qué ocurría.
El tipo de alimentación para la intolerancia a la fructosa es bastante específico. No sólo se tiene que poner el foco en qué tipo de frutas se debe consumir si no que también es importante aprender a leer las etiquetas de los productos que se vayan a comprar porque la fructosa no aparece como tal en el etiquetado. Para ello, los nutricionista son clave para ayudar a saber qué tipo de alimentación llevar a cabo. Si necesitas ayuda con este problema de salud, ponte en contacto conmigo y te ayudaré a planificarte las comidas.
La intolerancia al sorbitol es otro de los problemas relacionados con la comida que más se puede ver en consulta.
Al igual que los anteriores, el sorbitol es un azúcar, más en concreto un alcohol. Cuando esta intolerancia es diagnosticada, es recomendado llevar a cabo un tratamiento nutricional bastante específico, no sólo por identificar en qué alimentos está presente este tipo de azúcar, si no porque la industria alimentaria lo emplea en infinidad de productos como conservante, para generar estabilidad térmica, para evitar alteraciones en el alimento… Por ello, es imprescindible saber leer las etiquetas de los productos que se vayan a comprar y con ello, evitar el consumo de sorbitol por parte de productos ultraprocesados.
Como en los otros problemas que te he comentado, el dietista-nutricionista es el profesional sanitario adecuado para ayudarte si padeces este problema de salud.
Dentro de esta categoría también se puede incluir la celiaquía. Popularmente siempre se ha conocido como intolerancia al gluten, pero no se debe hablar de intolerancia al gluten cuando se quiere hablar de celiaquía. Son dos términos distintos.
La celiaquía es una enfermedad autoinmune, sistémica y crónica que se produce cuando se consume gluten. Los síntomas que puede provocar, al igual que las intolerancias, están relacionadas con el sistema digestivo y aparecen cuando la persona consume gluten. En cambio, una persona alérgica al gluten no puede estar en contacto con esta proteína porque se desencadenarían los síntomas propios de una alergia; por ejemplo, una persona alérgica al gluten no puede utilizar un champú que lleve en su composición este ingrediente porque puede provocarle síntomas, en cambio, una persona celiaca sí que podría.
También se puede identificar la sensibilidad al gluten no celiaca, una enfermedad relativamente moderna que se ha descubierto y que se está estudiando. Las personas que tienen esta sensibilidad presentan síntomas similares a una persona celíaca, pero en las pruebas de diagnóstico aparecen como negativas.
Como puedes ver, antes de nada, es importante tener delante un diagnóstico claro para saber si se trata de celiaquía, alergia al gluten o sensibilidad al gluten no celiaca. Tras ello, es importante llevar a cabo un buen tratamiento nutricional que ayude a la persona a saber identificar qué alimentos puede comer y cuales no. Como siempre, el dietista-nutricionista es el mejor profesional sanitario. Si necesitas ayuda, ponte en contacto conmigo y te ayudaré a crear un plan de alimentación acorde a tus necesidades.
El tipo de alimentación siempre dependerá del tipo de alergia o intolerancia que la persona padezca.
La alimentación para cualquier tipo de alergia simplemente es una dieta de exclusión, es decir, eliminar el alimento que causa alergia al 100% de las comidas. En cuanto a las intolerancias, como te he comentado, el tratamiento nutricional que se debe pautar siempre dependerá del problema de salud que se trate. Por ello, es muy importante acudir a un dietista-nutricionista que valore cada caso y paute una planificación acorde a las necesidades.
De manera general, la alimentación debe estar basada en alimentos de origen vegetal, como las frutas, las verduras, las legumbres, los frutos secos o los cereales integrales de calidad. Además, si se desea, se puede completar con alimentos de origen animal, como los huevos, los lácteos, las carnes o los pescados, siempre y cuando no existan alergias o intolerancias a estos. Se debe evitar, por contrario, el consumo de productos ultraprocesados de mala calidad como la bollería, salsas, snacks, refrescos, alcohol, etc… por un lado porque tienen un perfil nutricional pésimo y no aportan nada a la salud, y por otro lado, porque la gran mayoría de estos productos tienen alérgenos que una persona con intolerancias o alergias no conviene que consuma.