Sara Jiménez » Alimentación infantil » Educación alimentaria en niños
La forma en la que se transmite un mensaje para los niños o adolescentes, es clave para condicionarlos en un futuro. Esto ocurre con la publicidad alimentaria dirigida a este sector.
Continuamente los niños y adolescentes se ven bombardeados por publicidad insana que condiciona sus elecciones alimentarias. Esto podría reducir su impacto con una correcta educación alimentaria.
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La educación alimentaria de los niños comienza desde el momento en el que iniciamos la alimentación complementaria. Si desde primera hora les ofrecemos alimentos insanos (bollería o snacks), con un sabor muy potente, su paladar se acostumbrará a dicho sabor y a medida que crezcan demandarán este tipo de alimentos.
No podemos darle a nuestro niño un vaso de leche con cacao soluble y un bollo para desayunar y pretender que se coma unas verduras hervidas a medio día. En el desayuno le estamos ofreciendo unos productos muy palatables (con mucho sabor) y en la comida unos alimentos con su propio sabor (un sabor neutro), que no han sido modificados. El niño demandará los productos más potentes.
Para ello, empezar la alimentación complementaria con alimentos saludables y reales facilitará mucho las cosas cuando el niño crezca.
Fuera de casa puede ser más complicado porque existen muchos factores que se nos escapan de las manos, pero no por ello debemos preocuparnos u obsesionarnos. Un cumpleaños o un evento social con amigos es una oportunidad muy buena para pasarlo bien y disfrutar. La comida no nos debe preocupar si el resto de semana o mes la alimentación de nuestro pequeño es buena. El problema es hacer de estos eventos o comidas menos saludables una norma o algo cotidiano. Disfrutad de ese momento festivo y sed conscientes de que ese tipo de alimentación no se debe prolongar en el tiempo.
Si tenemos la oportunidad, elaborar cumpleaños o eventos más saludables es la mejor opción. Podemos innovar en cada uno de los platos que pongamos sobre la mesa, y si el pequeño nos ha ayudado en la elaboración, mucho mejor.
Es horroroso ver los anuncios dirigidos a los niños que salen en la televisión. El tema de la publicidad alimentaria de productos insanos es algo que sí se nos escapa de las manos porque en España la regulación publicitaria deja mucho que desear y siempre nos encontraremos publicidad de productos poco saludables destinados a los pequeños de la casa (si la cosa no cambia).
No es sensato que se anuncien productos tan insanos y a la vez que pongan reclamos del estilo «el desayuno de los atletas«, «¿tus defensas han desayunado?«, etc.
Para ello, la mejor opción es apagar la televisión y disfrutar de las tardes en el parque con los niños. Así, no vemos tanta basura sentados en el sofá y promovemos la actividad física junto a nuestros pequeños.
Una de las mayores luchas que tienen los dietistas-nutricionistas en este país es implantar una asignatura de alimentación en las escuelas para concienciar desde pequeños la importancia de una buena salud alimentaria. ¿Por qué salimos del colegio sabiendo hacer raíces cuadradas pero no sabemos hacer la compra? Aún queda camino que recorrer en España en este tema, pero no es algo imposible.
Una asignatura de educación alimentaria que enseñe cómo comer podría eliminar muchos factores de riesgo para problemas de salud como la obesidad (y todos los problemas que conlleva), la diabetes, el colesterol, la hipertensión…
La mejor manera para que un niño aprenda y fije los conocimientos adecuados es mediante el juego. Los niños aprenden jugando (y los adultos deberíamos hacer lo mismo), y con la comida y la alimentación debería ocurrir igual. Mediante esa asignatura (pendiente) de alimentación en las escuelas y lo que nosotros les enseñemos en casa, podremos conseguir grandes resultados.
¿Sabes que si un niño participa en la elaboración de un plato, su curiosidad hará que lo pruebe? Eso mismo podríamos hacer con platos saludables. Si cocinamos junto a ellos, de una manera divertida, podrán aprender sobre la comida que están cocinando y a la vez, conseguiremos que pruebe ese alimento.
Proponer juegos en los que estén implicados los grupos de alimentos también beneficiará en nuestro objetivo final porque esto despertará la curiosidad de los pequeños. En el mercado podemos conseguir una baraja de cartas de alimentos y cocinar lo que nos toque de la baraja, por ejemplo. La imaginación en este tema le ponemos límite nosotros mismos.
Por el momento, la educación alimentaria de nuestros hijos la podemos empezar desde casa. Si tenemos dudas de cómo comenzar o cómo ofrecerla, lo mejor es contactar con un dietista-nutricionista que nos pueda asesorar al respecto.