
Sara Jiménez » Blog de Sara Jiménez » Dietas. Análisis y opinión » Los peligros de la famosa operación bikini
A medida que se acerca el verano, nuestra preocupación (sin sentido) por tener un buen cuerpo para lucir en la playa se hace cada vez más notorio. Y como cada año, comienzan a bombardearnos la operación bikini y toda la parafernalia que le rodea.
¿Es saludable la intensidad a la que sometemos al cuerpo para lucir cuerpo en la playa? Y lo más importante de todo, ¿compensa en algún momento todas esas restricciones que pasamos? Si te quedas a leer, te cuento mi opinión sobre ello.
Cuando el mes de abril comienza, nuestra preocupación por las vacaciones de verano también. Llegan las prisas, la necesidad de bajar todo lo que cogimos en Navidad y en las vacaciones de Semana Santa y lo más rápido posible. Y lo peor de todo esto es que la industria que se dedica a ello lo sabe y se aprovecha de la situación.
Por estas fechas comienzan a aparecer dietas milagro, productos que intentan salvarnos de esta locura, prometiendo resultados rápidos y fáciles. Se aprovechan de la desesperación de las personas para que compren su producto, poniendo en riesgo la salud de estas.
Normalmente, si nos referimos a dietas, estas son muy bajas en calorías (hipocalóricas) en las que se elimina algunas comidas principales, como el desayuno, la comida o la cena y se sustituyen por algún producto que vendan. También hay dietas que potencia un alimento determinado porque, según ellos, es maravilloso para conseguir el objetivo que nos proponemos.
Por norma general, la comida no tiene sabor porque todo es hervido o a la plancha, sin gracia y sin poder disfrutar de un buen plato de legumbres, por ejemplo. Que por cierto, si os dais cuenta, este grupo de alimentos está eliminado en prácticamente el 100% de las dietas milagro porque son más ricas en calorías.
La estrategia no tiene engaño, si dejas de comer bajas de peso rápido. Eso lo sabemos todos. ¿Pero que pasa cuando llega el verano y empezamos a comer como siempre lo hemos hecho? Que aparece el temido efecto rebote que tanto miedo nos da y que tan peligroso puede ser para la salud.
Como digo, el efecto rebote puede ser peligroso para la salud porque sometemos a nuestro metabolismo a unas subidas y bajadas constantes. Después de un periodo de restricción calórica para el verano, bajamos de peso y nos relajamos, por lo que después aumentamos el número de la báscula (muchas veces más de lo que teníamos antes de comenzar). Según la AECOSAN, las dietas milagro favorecen el aumento de peso de manera poco saludable.
Al terminar el verano, queremos quitarnos esos excesos y volvemos a las dietas restrictivas que hacen que bajemos de peso rápido. Llegan las Navidades y nos relajamos. Y para empezar el año, comenzamos de nuevo la dinámica. Es la pescadilla que se muerde la cola.
Cuando dejamos atrás una dieta tan restrictiva, el organismo (que a veces es más inteligente que nosotros mismos) pone en marcha una serie de mecanismos para contrarrestar ese periodo restrictivo. El metabolismo se reduce para intentar gastar menos energía pero nuestros niveles de ansiedad por la comida están en aumento (por habernos privado de comer durante mucho tiempo) y comemos más de lo normal. Comemos más cantidad de la que nuestro cuerpo necesita y esto, a medio-largo plazo, se traduce en un aumento de peso.
Estos alteraciones que hacemos en el organismo no son saludables y pueden poner en riesgo nuestra salud. No debemos confiar en el primero que pase nuestra salud. Si tenemos dudas del profesional que nos está atendiendo, es mejor pedirle su titulación, estamos en nuestro derecho.
Mi compañero de profesión, Julio Basulto, en su libro No más dieta, comenta a la perfección varios aspectos a tener en cuenta para identificar una dieta milagro.
Como vemos, son los puntos clave que resumen a la perfección las dietas milagro que comienzan a aparecer por estas fechas. Rechaza todo aquello que esté relacionado con los puntos anteriores si no quieres poner en riesgo tu salud.
No debemos eliminar grupos de alimentos de nuestra alimentación siempre y cuando esta esté basada en alimentos reales. Debemos ser conscientes de ello.
Las dietas hipocalóricas controladas por un dietista-nutricionista y bajo supervisión no son peligrosas. Se tratan de estrategias nutricionales en casos de obesidad y en ningún momento ponen en riesgo la salud de las personas. Pero este tipo de dietas milagro de las que estamos hablando, son demasiado restrictivas y juegan con la salud.
Cuando hacemos de manera correcta un tratamiento de pérdida de peso, lo que nos interesa bajar es el porcentaje de grasa a medida que el de músculo va en aumento. Esto se hace con una buena alimentación y ejercicio físico. Cuando bajamos de manera tan radical el peso por culpa de estas dietas milagro, no estamos bajando masa grasa si no que esta pérdida se hace a expensas del glucógeno y las proteínas del músculo (se pierde masa muscular), además del agua del organismo. Esto es lo que hace que subamos de peso cuando dejamos la dieta.
Este tipo de dietas no persigue una bajada de peso saludable (a expensas de la grasa); lo que buscan es un resultado rápido; el riesgo que corramos durante el proceso no importa. Así no.
Además de todo esto, los niveles de ansiedad van en aumento, al igual que la irritabilidad de la persona. Pueden aparecer casos de depresión por no conseguir los objetivos establecidos por la dieta milagro. Aumenta también la probabilidad de padecer trastornos de la conducta alimentaria.
Lo primero que no debemos hacer es dejar todo para el final. Que el verano esté a la vuelta de la esquina no nos debe poner en alerta para empezar una dieta. Es un buen momento para comenzar un estilo de vida saludable (siempre lo es) que dure para toda la vida, no sólo hasta que llegue el verano.
Todos sabemos que con la llegada del verano, estamos más relajados en cuanto a comida y bebida se refiere, pero no debemos hacer de esto una norma, es decir, que no debemos tomarnos la libertad de comer y beber lo que nos plazca durante tres meses completos. Con esto quiero decir que el relax y la despreocupación no nos debe durar desde junio hasta septiembre. Este es el problema. Si nuestras vacaciones son la primera semana de junio, estupendo, vamos a disfrutarlas todo lo que podamos porque hasta el año siguiente no vuelven. Pero una vez terminadas, volvamos a la normalidad, con nuestras comidas saludables y nuestro ejercicio físico, aunque sigamos en agosto.
Nuestra alimentación debe ser tal que no tengamos la sensación de estar a dieta. La palabra dieta tiene muchas connotaciones negativas. Os lo conté hace unos meses en el blog, hablando de porqué fracasan las dietas. Si llevamos una dieta muy estricta, como las que comentamos, cuando llegue el verano vamos a arrasar en el chiringuito. Pero si llevamos una alimentación saludable, primando los alimentos de origen vegetal y estos son variados, no vamos a tener la sensación de estar a dieta, llevaremos una alimentación saludable completamente compatible con el verano.
Y una vez dentro de nuestras vacaciones, si queremos seguir cuidándonos (que es lo correcto), podemos seguir una serie de tips o consejos para no descuidar nuestros buenos hábitos. Os los detallo a continuación:
No es complicado llevar una alimentación saludable durante el verano si nos lo proponemos. Al igual que no deberíamos someter a nuestro cuerpo a una restricción severa para lucir cuerpo en la playa, durante los meses de verano tampoco deberíamos descuidar nuestra salud.
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